martes, 19 de enero de 2016

Publicado por: Barbara Tirado, Miriam Rosales, Arigna Molina

Cultura Organizacional Venezolana


El éxito o fracaso de las compañías está atado en gran medida al compromiso organizacional que se haya creado en el tiempo entre empleados y patronos.

Ese compromiso se traduce en un alto grado de identificación del recurso humano con las letras y logo que representan, con lo cual se crea una especie de manto invisible que hace que el objetivo de los empleados este alineado a la visión de la compañía, donde el esfuerzo individual hace que los éxitos sean un hecho totalmente previsible.


En Venezuela es difícil identificar conexiones de este tipo; sin embargo, hay casos muy importantes que son dignos de estudio, pero que es poco probable que puedan ser calcados, dado que ese manto invisible va más allá de la remuneración y del estatus y está unido en muchos casos a aspectos que pudiesen considerarse hasta obvios, pero que no lo son. Es complejo lograr que un empleado sienta el orgullo de hablar de los logros de un ente abstracto, como si fuesen propios.


Una fórmula para lograr ello, es un reto que no creo poder ofrecer; no obstante, el simple hecho de que los líderes de una organización den el paso para poner sobre la mesa ganas y recursos, hace que

exista una señal palpable de que se ha entendido que es un reto que vale la pena intentar.



En el pasado me he enfocado en aspectos un poco más tangibles, que sin duda alguna pueden generar la posibilidad de ser rentables, pero la diferencia entre una empresa rentable y otra de high performance  se logra con un esfuerzo adicional de todas las partes involucradas, que seguramente redundara en mayores y mejores beneficios para todos.

Lo primero es evaluar la cultura organizacional y todo lo que ello conlleva y poder identificar si se está enfocado en  un logro común, que sea de ganar-ganar-ganar y ojo, no me equivoco al escribirlo tres veces.


Vivimos tiempos difíciles. Además de difíciles, se me hace que son un tanto impredecibles; lo cierto es que todos debemos tener un alto nivel de conciencia en cuanto a los eventos que vivimos y nuestra posición al respecto.

Debemos ser agentes de cambio en el marco de las buenas prácticas de convivencia, que garanticen con ética y conocimiento el logro de mejoras en las empresas para las cuales trabajamos e impulsar que con nuestro apoyo sean cada vez más rentables, más correctas y más involucradas con el compromiso social bien encaminado, alejándonos de prácticas nocivas y destructivas que atenten contra nuestro entorno. Hasta una próxima entrega. 

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